En este miércoles gastrogórdico decidimos encaminarnos a La Alameda en pleno centro de nuestra ciudad y, para qué negarlo, en el corazón de quien escribe. La historia del barrio es extensa si bien se escribe como mejor nos guste a cada cual. Puedes tomar la versión oficial, con su fundación 1574, ganándole terreno a un pantano, por iniciativa del conde de Barajas o bien adoptar la versión legendaria que sitúa su origen en las luchas dinásticas entre antiguos reyes visigodos. Tal vez sea más romántico pensar que Leovigildo hizo variar el curso de nuestro río cortando el menor de sus brazos para impedir el avituallamiento de los asediados ciudadanos del interior de la ciudad y dejando una laguna estancada que, al ampliarse la muralla romana por parte almorávide, quedó intramuros. Ambas ideas no se contradicen, ahí reside su elegancia. Por esto no es de extrañar que al entrar en el restaurante Tarín no llama la atención que el local sea prácticamente presidido por un retrato de Gustavo Adolfo Bécquer y en él, en barrio tan sevillanísimo, se adore a la cocina vasca. Nuevamente alguien ajeno en origen a nuestra ciudad es quien pone en valor a nuestros insignes paisanos. Hasta el local tiene su propia leyenda, en este caso personal, ya que, a la sombra de la Casa de las sirenas, creo recordar que escuché mis primeros versos del autor en las paredes por boca de José Saramago a consecuencia de las jornadas con los Cuadernos de Roldán (www.cuadernosderoldan.blogia.com) ) tertulias de pintores, escritores y bohemios sevillanos con quienes mis padres insistían en reunirse cuando el bar se llamaba la Palma de Oro para compartir cultura y vino. Pero La Alameda es eso y más. Es la primera cinta de casette pirata que compraste, tu primer póster de cine comprado en el mercadillo de los domingos, la primera cerveza compartida con amigos en una milla , los primeros besos robados...de nuevo Manuel Cuesta, compartiendo versos con Ismael Serrano, lo dice casi todo en esta canción: https://www.youtube.com/watch?v=4AslDVxq67w
El restaurante Tarín para mí es poesía porque de no ser la mitad sus dueños foráneos lo abrían llamado jilguero. Sus lecturas poéticas dan sentido a su concepto de Gastronomía poética ante la mirada no solo de Bécquer, sino también de Antonio Machado o Federico García Lorca quienes te contemplan mientras degustas el local y sus viandas salidas del recetario ancestral vasco, platos que asemejan sonetos en su concepción seria y sincera, sin aspiraciones de gastrobar. Tras una espera considerable logramos transmitir la comanda a la dueña que no daba abasto con las mesas del local:
Un vistazo a la carta. |
Merluza en salsa de gamba roja. Plato típico de la cocina vasca en donde se percibe la delicadeza en la elección de los ingredientes por parte de los chefs que refrendan que se trata de cocina de mercado . Aunque la merluza no sea un pescado excelso en sabor la salsa de gambas realza el conjunto del plato convirtiendo el mismo en una buena elección.
Merluza en salsa de gamba roja. |
Carrillada a la montañesa. Si bien se trataba de uno de los platos más recomendados por quienes ya han pasado por Tarín en esta ocasión la carne estaba demasiado pasada por el fuego confiriendo al plato un sabor requemado que no convenció ni a los más fieles.
Carrillada a la montañesa (el fotógrafo llegó tarde...). |
Ensaladilla de gambas. De sabor más que aceptable, se trata de un plato presentado sin estridencias, acompañado de picos pero con alto contenido del crustáceo no como en otros locales. Lo dicho, sincero, directo, tal vez incluso hasta un poco más de la cuenta para los que no disfrutamos tanto del sabor de la gamba.
Ensaladilla de gambas. |
Pulpo a la parrilla con crema de boletus. Se trató en opinión de todos del plato estrella de la cena. En esta ocasión el sabor a parrilla del pulpo no elimina el regusto a mar propio del cefalópodo por su alto contenido en sales y minerales. La frescura del mar mismo sigue en la orilla del plato provocando un más que interesante contraste tierra-mar en la boca potenciado con el uso de la crema de boletus edulis que impregna el plato con su característico sabor a avellana. Para colmo el pulpo resulta que es altamente recomendado en las dietas y para las depresiones derivadas de las mismas lo que lo hizo mucho más interesante para María y, especialmente, por Iván.
Pulpo a la parrilla con crema de boletus. |
Presa ibérica con pimientos del piquillo. Sin presentar mal sabor confirmamos que esta casa se adora al pescado. Plato con un toque elegante por el intenso sabor del pimiento de piquillo pero casi poco más. En varios locales podrás encontrarlo mejor o similar pero con Raúl a la mesa, y sin patatas bravas en la carta, nunca debes omitir la carnaza no vaya a alcanzar una de sus ideas logarítmicas...
Presa ibérica con pimientos del piquillo. |
Salmón marinado. El salmón es un pescado de intenso sabor conferido por su alto contenido en grasas. Esto hace que no sea del gusto de todos los paladares. Sin embargo al prepararlo en marinado este sabor se adormece dando paso a otros contrastes. El uso del eneldo en la elaboración confiere otra mezcla interesante de sabores que gustó a todos aunque en su justa medida. Por poner un pero tal vez se hubiese retirado demasiado pronto el almíbar en la elaboración dejando un ligero toque ácido en el plato final.
Salmón marinado. |
Bacalao a la parrilla sobre salmorejo. Pues ya sabemos que Pi es muy cordobita por lo que salmorejo, salmorejo no era y si no lo digo, pues ya saben. De hecho seguimos buscando un flamenquin que merezca este nombre en Sevilla y su provincia. Obviando el alto componente en aceite del salmorejo el bacalao estaba en su punto perfecto de elaboración y realmente fresco, tanto que el toque de la parrilla se hace muy sutil en la boca predominando el sabor del pescado lo que siempre es interesante.
Bacalao a la parrilla sobre salmorejo. |
Estábamos acabando la cena y solicitamos los postres. Una vez más, sinceros y directos nos recomendaron una heladería conocida por todos sobre la que podríamos escribir otra entrada completa. Salimos a la noche con buena sensación, aunque reconociendo que los precios del local son superiores a los de la zona y el servicio desgraciadamente bastante inferior en cuanto se junten varios clientes en el local. La negrura de la noche y haber cenado ante la atenta mirada del poeta sevillano me hicieron recordar su muerte en pleno eclipse de sol y sus últimas palabras:
«Si es posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento de que muerto seré más y mejor conocido que vivo»
Si no fuera por la larga trayectoria del local estas palabras serían aplicables a Tarín. Rodeado por cocinas chics e internacionales tan solo lo pondremos en su justo valor cuando no podamos volver a cruzar sus puertas.
Restaurante Tarin
Jesús del Gran Poder, nº 91