lunes, 30 de enero de 2017

Restaurante Lobo López. Sevilla

A pesar del frío los gatrogórdicos volvimos a reunirnos para nuestro evento foodie de los miércoles noche. En esta ocasión nos dirigíamos al restaurante Lobo López por lo que no éramos pocos los que no nos podíamos quitar de la mente aquellos versos de la canción de Kiko Veneno ("Un día el lobo lopez /Se encontró a su amada/ hace cuánto tiempo y me alegro tanto.."). Caso extraño, ya que si los muros de la calle Rosario susurraran versos, estos no podrían ser más que coplas gitanas. Al fin y al cabo es en esta calle donde, allá por 1881, Silverio Franconetti, considerado el cantaor más importante de todos los tiempos, inauguró su propio Café Cantante en donde logró que el arte flamenco adquiriese entidad de género musical.

Un vistazo a nuestros alrededores.
Lobo López está dividido en tres ambientes bien diferenciados: En primer lugar una crujía de acceso con elegantes techos de madera. Posteriormente un salón intermedio y al fondo lo que consideramos el corazón del lugar y espacio más acertado de todo el local. Al reservar no olvides pedir mesa en el patio. En este espacio aún puede adivinarse el viejo claustro del que fue convento de las monjas carmelitas datado en el siglo XVI . En el mismo, los arcos de ladrillo visto se integran perfectamente con abundancia de verdes. Ya en el patio tu mirada no puede evitar dirigirse a un extraño mural que Merche y yo mismo quisimos confundir con una representación de Bob Marley y otros con la icónica imagen del Che. Y es que está claro que esa noche los muros hablaban, el rostro de una mujer anónima parece salir de la pared cuando realmente está cincelado en ella. El autor, Alexandre Farto (Vhils), es hijo del grafitti callejero y su obra se expone en los muros de medio mundo, Lisboa, Shanghái, Buenos Aires, Nueva York, Los Ángeles y ahora Sevilla. Alegoría del proceso que está cambiando la cara de nuestra ciudad donde un Starbucks sustituye al Horno Buenaventura. Si bien en Lobo López queda espacio para artistas locales como el grafitero Kato autor de un bonito mural selvático. La referencia a la decoración no es baladí. Como digo esta noche los muros nos hablaban, en este caso de la filosofía de Vhils: "construir destruyendo". Mientras la CNN planea grabar un documental sobre la vida del rascador de muros o U2 le invita a grabar un vídeo para su último disco, en Sevilla solo hablamos del muro de Trump sin plantearnos seriamente los cambios en nuestra ciudad.
Mural junto al que nos sentamos.
Os dejo un link para los interesados en la obra del autor: http://vhils.com/

A todo esto, entre risas y comentarios sobre el local y la actualidad, los platos comenzaron a salir de la cocina abierta en donde puedes ver cómo se elabora tu pedido.
Un vistazo a la carta.
Ensaladilla de pollo curry y mango. La fruta tropical da un toque dulce al plato si bien el mismo no es excesivo al combinarse con el ligero picante del curry. Esta combinación, muy extendida en platos del sudeste asiático, se está haciendo habitual en la oferta de restauración de nuestra ciudad. Esto no implica que no se trate de un plato muy interesante que gustó mucho a todos.
Ensaladilla de pollo, curry y mango.
Papas Bravas. Iván nos acompañó esta noche y sabéis como va esto de otras entradas . Ración abundante en cantidad y picante. La salsa característica es sustituida por una pasta no apta para paladares sensibles. Sobrar, sobrar, no sobra cuando los ilustres gastrogórdicos nos sentamos a la mesa si bien indicar que aunque fue un plato que nos sirvieron entre los primeros se mantuvo en nuestra mesa hasta el final. En opinión de muchos, un plato del que puedes prescindir.
Papas bravas.
Alitas de pollo salteadas al wok con glaseado de rocoto. Aunque María, nuestra experta en alitas si no está Eva a la mesa, haya tratado de influenciar en esta crítica quisiera decirle que no merece la pena gastar saliva. No son uno de mis platos favoritos pero las de Lobo López son las mejores que he probado en mi vida. Justo toque de salsa, ni demasiado para matar el sabor ni tan poco que no proporcione aderezo. Un plato que debe estar en tu comanda.
Alitas de pollo salteadas al wok con glaseado de rocoto.
Verdura en tempura con mayo de soja. En opinión de varios de los comensales las verduras estaban mal seleccionadas. Berenjenas y brócolis se presentan en un rebozado de tempura que logra, al alimón con la soja, ocultar en parte el sabor del brócoli. Realmente una manera divertida y diferente de tomar verduras. Pensamos que otras verduras podrían añadirse al plato proporcionando una mayor variedad de sabores al mismo. Por no desentonar con el colorido patio debes poner algo de verde en tu comida.
Verdura en tempura con mayo de soja.
Hot Lobster. En opinión del que escribe el mejor plato de la noche y eso que las alitas eran una maravilla, María. El caso es que uno es así, un poco cateto en el fondo, y este plato, que recuerda al denostado fast food, me sorprendió. El lobster roll, patrimonio gastronómico de Nueva Inglaterra desde 1929, aun servido templado tiene mucho de comida veraniega e invita a disfrutarse con cerveza y no sobre manteles de tela. El plato pone de manifiesto lo extraño que es este mundo de los sabores. Sin ser un ejercicio de creatividad ni mezclar sabores contrapuestos en la boca, la unión de mayonesa, pimienta, mantequilla, sal, pan y, por supuesto langosta se me hizo elegante, sabrosa y fresca.

Hot Lobster.
Wok Chifa. Un nuevo plato en la mesa y otra experiencia de sabores. Condensación de sabores asiáticos trajo a nuestra mente, especialmente a Pi, aquellos platos degustados en las calles de Phnom Penh (Camboya). De sabores sobrios, con cierto toque campesino, no nos arrepentimos de haberlo invitado a nuestra mesa esa noche.
Wok Chifa.
Pollo Satay balinés con espuma de coco. Esta brocheta de pollo es uno de los entrantes preferidos en la cocina indonesa. Si bien la receta original es más picante, el plato que nos ofrece Lobo López ha occidentalizado los sabores sin desmerecerlos. La salsa con base de cacahuetes, ojo alérgicos, y leche de coco es empleada recurrentemente en el marinado de carnes y pescados que luego se asarán sobre brasas. Al pasar por el fuego se forma una corteza dorada realmente sabrosa. Mojando el bocado en la espuma de coco, aunque Marga lo descubriese tarde, este mejora enormemente y convierten lo que solo es un entrante en toda una experiencia de sabores.

Como el servicio fue fluido, agradable y eficiente hoy no había riesgo de quedarnos sin postres. Otro punto a favor del local en boca de Jesús. Finalmente estos fueron los seleccionados.

Tarta de queso. Sobria, consistente, con marcado sabor no adulterado. Perfecta evasión para los no muy chocolateros pero que sabemos disfrutar del dulce.
Tarta de queso.
Buñuelos de tiramisú. De apariencia similar a un tiramisú deconstruido se presenta en el plato acompañado de una bola de helado de vainilla. Sin embargo, el tiramisú me temo que no es casero, y eso reporta en el sabor. Plato bonito, interesante en sabores, pero que posiblemente no merecía la inversión en calorías. Menos mal que los gastrogórdicos compartimos cada plato.
Buñuelos de tiramisú.
Tarta de zanahoria. Este plato sí que conservaba sabores caseros, interesantes que no desentonan con otras versiones de este postre que puedas encontrar en nuestra ciudad.
Tarta de zanahoria.
Tarta quebrada de chocolate, galletas y avellana. Esta es la bomba de chocolate de la carta y algunos de los comensales no iban a renunciar a la misma. Contundente, pesado, sabroso, calorífico. Perfecto complemento para enfrentarse nuevamente a la fría noche exterior.
Tarta quebrada de chocolate, galletas y avellana.
En resumen, en el relativamente nuevo local del grupo "La vida en tapas "(Octubre 2016) se respiran bocanadas de lo que en sus comienzos fue Dúo tapas, antes del declive que muchos vemos ya en él, también perteneciente al grupo. Si a esto le añades la decoración del local, cuidado hasta en su menor detalle, y la oferta cultural no miento si os digo que estuvimos tentados de probar la interesante oferta de cócteles solo por prolongar la estancia un rato más. Sin embargo era noche del miércoles y por entonces no podía quitarme otros versos de la cabeza, en este caso de Manuel Cuesta: " Y me aprietas y te abrazas/ olvidándote de todo /y te asustas cuando te adentras / en la boca del lobo". Miedo al frío de la calle, a los muros mexicanos, a la rutina del trabajo, a no saber si volveremos a adentrarnos en la boca del lobo.
Restaurante Lobo López
C/ Calle Rosario, 15.

1 comentario:

  1. Gracias por el enlace a mi receta ;)

    ¡Saludos de una andaluza por Boston!!

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