martes, 28 de marzo de 2017

La Cazuela del No ni ná, Sevilla

El miércoles fue un día de contradicciones en Sevilla, mañana plácida con sol de invierno y noche de lluvias más tirando al "calabobos" popular. Esa tarde Pi y quien escribe daban entrada de su nuevo hogar, la felicidad del corazón en contradicción con el dolor del bolsillo. Al llegar al local seleccionado lo encontramos cerrado por descanso del personal. La certeza del buen comer en un local que hemos visitado en varias ocasiones, y queríamos compartir con el resto de gastrogórdicos, frente a la duda de una visita no planificada. No pude evitar pensar en que, en el fondo, esto es lo normal. No hay barrio más contradictorio en nuestra ciudad, origen romano, celtíbero o almohade sin aclarar, barrio puntero en turísmo sin ser monumental, avanzábamos por la calle de la Cava, Pagés del Corro para el resto de los sevillanos, pisando una calle asfaltada que antes fue brazo artificial del río. Nuestros pasos perdidos nos conducían por Triana. Barrio-república con personalidad propia, la cual no se ha diluido ni por la construcción del primer puente de barcas de 1171 en época almohade ni por el posterior, y más robusto, puente de Isabel II allá en 1845. En Triana puedes ver que una plaza se llama del Altozano y en ella se erige un monumento al flamenco cuando fue precisamente el gobernador Hermenegildo Altozano quien desalojó, por condiciones de salubridad según unas fuentes y especulación urbanística según otras, los corrales en donde maduró, noche tras noche, el arte flamenco. 
Entre dimes y diretes, comentarios de la semana pasada y nuestras inseparables risas llegamos a la plaza de la Virgen Milagrosa, ya próximos a La cazuela del No ni ná, aunque en el momento no lo supiésemos. En ella se erige la estatua de Rodrígo de Triana, de quien, nueva contradicción, no se ha logrado aclarar claramente su origen en el barrio marinero de la Sevilla anterior al descubrimiento. Vigía en La Pinta quien, a pesar de ser reconocido en los libros de historia como el primer europeo que divisó tierra del continente americano, se quedó sin la recompensa de 10000 maravedís prometida por los reyes católicos para aquel que lograse la hazaña. Al parecer, la misma acabó en el ancho bolsillo del almirante de la expedición. Al documentarme para esta reseña no puedo evitar una sonrisa ya que me acuerdo de mi amiga Pepa. Si bien el avaro almirante parece claro que partió del puerto de Palos, no se conoce exactamente qué isla denominó como S. Salvador si bien, respira amiga mía, nadie afirma que fuese Cádiz más allá de quien nosotros conocemos.
El nombre del local te puede hacer pensar en una taberna tradicional si bien al entrar por su puerta ya puedes ver una decoración que te aleja de la imagen sugerida en el nombre. Bien iluminado y amplio, la barra no invita a permanecer de pie como en otros locales típicos. Consentimos en esperar sentados a una mesa aunque esta no era la idea inicial para la noche. Corta espera en este caso a causa de Lucas e Irene aunque no lo pareciese al aguantar las bromas del camarero a quien le costaba, a la evidencia me remito, el contar hasta nueve pues comprobó el número de comensales hasta el hastío. María, consecuente con la noche, nos anunció su nueva dieta ya sentados a la mesa. Hay que reconocer, que para no continuar con el vodevil, se abstuvo de elegir en la carta el menú de todos. Finalmente los platos seleccionados fueron los siguientes:

Un vistazo a la carta.
Migas con chorizo y huevo. ¿Y es que quién se resiste a unas migas en un día de lluvia? Pues Merche no, y fue verlas en la carta y gastar su bala en el plato. Debo indicar que a mí las migas, con origen árabe, son una de mis debilidades aunque nuestro Mahoma particular, designado con méritos, sea Raúl. No obstante no hubo mucha disparidad de criterios. El plato templado que nos sirvieron recordaba en pequeños matices a nuestra imagen de unas migas. Su textura harinosa en boca así como la ausencia de sabores que puede dar el pimentón resultan en un plato del que deberíamos haber prescindido a pesar de la recomendación del camarero y nuestro propio deseo.
Migas con chorizo y huevo.
Tartar de salchichón. El origen más plausible de la receta parece estar en la Polinesia Francesa. Se trata de una preparación de carne de ternera picada a mano y sazonada con diversos ingredientes y condimentos como pimienta, sal, mostaza y cebolla. A pesar de tratarse de un plato con sencilla elaboración, tenemos que reconocer que el sabor y la textura nos sorprendieron y agradaron. Sin ser el mejor plato de la noche merece la pena que deje un link para su elaboración y que puedas formarte tu propia opinión:
Tartar de salchichón.
Crujientes de pollo bañados en mostaza y miel. Las lagrimitas de pollo se sirven en un tamaño adecuado y con la cantidad justa de aceite. La salsa dulce por la aportación de miel contrasta adecuadamente con el pollo. El conjunto resulta agradable en sabor sin ser por esto espectacular.
Paté casero. Servido con tostas de pan para untar es un paté de fuerte sabor y que estalla en boca. La textura grasa del mismo desmerece el paté. En mi opinión un toque de finas hierbas o incluso de Oporto mejorarían la apariencia grasa en un plato ideal para compartir.
Crujiente de pollo.
Revuelto de huevos con chorizo y patatas. Sé que esto quedará escrito y no podré desdecirme pero en esta ocasión el “bodriogón” que era la noche mejoró con la petición de Lucas al menos en dos aspectos, sabores y cantidades. De no pedirlo habríamos quedado con hambre aunque se trate de un plato que da únicamente lo que promete. Buen revuelto de patatas con un chorizo sabroso y más que aceptable. Buen plato para completar tu pedido.
Revuelto de huevos con chorizo y patatas.
Cus Cus de pollo con pasas. Se trató del mejor plato de la noche sin ser espectacular. Su presencia en mesa resultó envidiable tanto estética como olorosamente. Sin embargo, aunque no todos sus méritos estuviesen ahí, nos es imposible resaltar la textura o el sabor del plato. Somos conscientes de que no se trata de un plato tradicional pero si te decides a incluirlo en la carta debes aportar más sabores y texturas. Muchas más.
Cus Cus de pollo con pasas.
Provolone. Vaya por delante que no somos expertos en esta especialidad de queso de vaca aunque no por ello no hayamos probado unos cuantos. La gran variedad de tipos de presentación y sabores hacen difícil una valoración del plato. Desde luego no encontramos trazas del sabor salado que normalmente encontramos. Tal vez se tratase de una de las variedades dulces del mismo. Lo que sin embargo sí nos resultó arriesgado es servirlo por sí mismo, sin más, sin la cama de tomate fresco que encontramos en otras elaboraciones. La falta de transición de sabores en boca provocaron que quienes no disfrutan de todos los quesos encontrasen el plato algo simple, potenciado por un lácteo con no demasiada calidad culinaria.
Provolone.
A pesar de las continuas visitas del camarero, en ocasiones se confunde servicio con suplicio, nos decidimos a aventurarnos con los postres. Como en otras ocasiones probamos con ordenar toda la corta carta:

Sopa de chocolate blanco. Una nueva contradicción esta vez en la mesa. A pesar de su nombre no encuentras una sopa sino más bien una mousse con buen sabor a chocolate blanco y de sabor agradable. Para los apasionados de este tipo de chocolate no es mala elección.
Sopa de chocolate blanco.
Mousse de limón con frutos del bosque. Si solo puedes seleccionar un postre me quedaría con esta mousse aunque debemos reconocer que las opiniones en la mesa estuviesen divididas. Postre ligero aunque cargado de sabor muy fresco en el paladar.
Mousse de limón con frutos del bosque.
Mousse de nutella. El postre más flojo de los tres aunque viniese recomendado una vez más por el camarero. Postre de chocolate con chocolate aunque sin verdadero sabor a chocolate siguiendo el espíritu de la noche.
Mousse de nutella.
Ya en la calle el ánimo no disminuía a pesar de la cena. En el restaurante nos pudimos reír y disfrutar del ambiente aunque no tanto de la comida. La cazuela del no ni ná, de apertura relativamente reciente, debe adaptarse, no vivir ajeno a la oferta gastronómica de la ciudad del otro lado del río por mucho que entonen la antigua soleá que cantaba un trianero:
“Tú sabes que yo te quiero,
pero en la calle de las Sierpes
yo me siento extranjero”
Lo siento, no es suficiente, el puente de barcas ya es una construcción robusta y el centro de Sevilla y su oferta actual quedan demasiado cerca para proporcionar tan poco y pedir tanto a la hora del ticket.

La Cantina del No ni na
c/ Gustavo Bacarisas

jueves, 23 de marzo de 2017

Bodeguita Romero, Sevilla

De nuevo miércoles y de vuelta a las calles de nuestra ciudad. Aunque no tuviésemos el blog estas visitas gastrogórdicas las comenzamos ya por cerca de dos años y, como es de imaginar, el arenal era un punto de paso habitual hacia el establecimiento seleccionado para nuestra cena. Recuerdo perfectamente aquellos pasos, me recordaban un cuadro que se puede contemplar en el ayuntamiento de Sevilla: "Vista de Sevilla y del Arenal en 1726".Hace dos años mis pasos no me evocaban el tremendo pasado del barrio sino a esa Sevilla triste, abandonada del mundo, que nos dejó el edicto real que abrió el comercio con las indias a otros puertos españoles, primero Cádiz en 1717 y posteriormente otros muchos más acabando con un monopolio comercial que se mantuvo por casi 250 años. Mis ojos percibían una Sevilla en crisis, trayéndome a la mente retazos del barrio deprimido. Sin embargo al caminar haciaBodeguita Romero, dejando atrás el Auditorio, venía a mi mente otra "Vista de Sevilla", de pintor anónimo, pero correspondiente a la Sevilla que vivió Lope de Vega y que inmortalizó en su obra El arenal de Sevilla poniendo en boca del burlón Alvarado y ante los ojos impresionados del extraño las siguientes palabras:
"Pues aguardad una flota
y veréis toda esta arena
de carros de plata llena,
que imaginarlo alborota."
Los sevillanos , agradecidos, le dimos su nombre al Teatro de la ópera. Que esperásemos por cerca de 500 años para reconocer su estancia en la ciudad es solo parte de nuestra idiosincrasia. Sobre el pasado operístico de nuestra ciudad me permito indicaros un enlace aunque hay varias compañías que lo ofrecen:
Tal era el flujo de gente que inundaba las calles que era fácil visualizar, como superpuestas ambas imágenes, las tabernas del ayer y las de hoy rebosantes de gentes. Gentes propias y extrañas: mulatas, tahúres, buscones y corchetes sustituidos por ingleses despistados, gorrillas espabilados y policía nacional en su ronda habitual. El turismo representa ahora la principal vía de entrada de plata a la ciudad y, como antaño, el arenal, con su aroma taurino y cofrade, es uno de los puntos centrales de este flujo.
La calle Harinas, en donde se emplaza Bodeguita Romero desde 1939, parte hacia el centro desde la antigua puerta del arenal y constituía el paso necesario entre el puerto y el centro amurallado de la ciudad. La misma toma su nombre de los establecimientos harineros que se situaban en la misma cercanos al antiguo peso de la harina localizado también en ella. 
Una vez te sientas en Bodeguita Romero percibes que te sientas a la barra de un clásico. Con ambiente entre cofrade y taurino como varios de los locales de la zona. Un ambiente que invita a disfrutar y para lo que nos decidimos, tras la normal espera, por la terraza del local y sus mesas altas. La carta muy de estas tierras y nuestra comanda resultó así configurada:
Vistazo a la carta.
Berenjenas con miel. Verdura presentada en dados y con consistencia en cada uno de los trozos. En mi opinión escasas de miel ya que la berenjena pedía un mayor remojón y resultaron un poco resecas aunque perfectamente fritas.
Berenjenas con miel.
Pastel de cabracho. La versión de Bodeguita Romero para el plato más extendido del recetario de Arzak hace honor a tan insigne inventor. El Cabracho, pescado de carne blanca con ligero sabor a marisco debido al papel preponderante de estos en su dieta, presenta un toque dulce que en ocasiones se matiza con cierto picante no así en el plato que nos ocupa. Raúl no sabe cómo evitar el Fugu y por eso tratamos de interesarle en el consumo de un pescado con partes venenosas. En este caso solo las espinas de la cresta así que pudo disfrutar del plato.
Pastel de cabracho.
Croquetas de jamón. Nos apetecía tasca, y, en esta casa, las croquetas se sirven sin artificio pero con un magnífico sabor. Nada aceitosas y consistentes, lejos de las versiones líquidas de otros restaurantes de la ciudad. Seguro que Iván no echó de menos las papas bravas en esta ocasión.
Croquetas de bacalao. Pescado de calidad y fresco, lo que confiere un rico sabor a las croquetas haciendo una delicia su degustación. Consistentes y bien presentadas, doradas pero no quemadas.
Croquetas de jamón y bacalao.
Montaditos de pringá. Entremés andaluz allá donde los haya. En opinión de Carlos Herrera la mejor pringá de la ciudad. En la nuestra también. Parece increíble que un plato tan asentado en nuestra gastronomía, con origen en la olla podrida medieval, pueda sorprenderte como el plato de bodeguita Romero. El mejor plato de la noche sin dudarlo.
Montaditos de pringá.
Tortillitas de camarones. Presumían de ser de la isla y nuestros catadores gaditanos no pusieron peros al plato. Fritas con la cantidad justa de harina entendemos que se merecen estar en cualquier comanda.
Tortillitas de camarones.
Montadito de chorizo picante. La experiencia del montadito de pringá revolucionó la mesa dejándonos con ganas de más. El chorizo no defrauda, de sabor poco especiado. Para mi gusto demasiado picante llegando a matar sabores que se entreveían muy interesantes.

Una ligera brisa subía desde el arenal. Se nota la ausencia de la tapia que separaba la calle harinas de la antigua mancebía de Sevilla. Tal vez por el origen de los aires, la conversación se caldeó y es que a este grupo gastrogórdico no deja de sorprenderle el conocimiento de María y Merche en el tema de las muñecas. La conversación trajo risas y ganas de pasar a los postres que ordenamos sin dilación.

Piononos. El bizcocho granadino no se encuentra entre mis preferidos normalmente por lo excesivamente dulce de su sabor. Sin embargo los que nos sirvieron en esta ocasión ,aunque pequeños, tenían un muy buen sabor.
Piononos y tartas.
Naranjas naturales con aceite y canela. Si bien se trata de un plato muy andaluz no creo que merezca la pena incluirlo en la carta. La elaboración de Bodeguita Romero no difiere demasiado de la que puedas preparar en casa. No hay ingredientes ocultos ni sabores inesperados. Probablemente no la hubiésemos incluido en el pedido de no ser por lo corto de la carta de postres.
Naranjas naturales con aceite y canela.
Tarta de queso y dulce de leche. Un postre artesanal que sin duda fue el mejor de los postres. En el punto justo de dulce, se sirve sin estridencias pero más que correctamente elaborado.

Aunque la cena estaba acabada, la conversación seguía siendo fluida. Ese es el ambiente que se respira en Bodeguita Romero. Ambiente propenso a la relajación, aderezado con sabores puramente andaluces. Si tienes algún amigo que no ha probado nuestra gastronomía o fue secuestrado de nuestra ciudad en la época de crisis seguro que agradecerá lo acompañes al local.
Bodeguita Romero
c/harinas, nº10

martes, 14 de marzo de 2017

El arepazo. Sevilla

Un nuevo miércoles reunidos a la mesa y, mientras esperábamos a Lucas e Irene, Marga no podía evitar reírse de mi al anticipar estas letras. "A ver cómo te apañas la introducción histórica" me decía no sin parte de razón. Sin embargo, la historia de nuestra ciudad no es solo la Catedral y el centro. Bueno, tal vez esa sea la Historia con mayúsculas, pero desde luego no las pequeñas historias que rodean todo asentamiento humano. "El arepazo" se encuentra localizado en el barrio de El Cerezo en donde han transcurrido miles de historias, unas imaginarias como la de la canción de Alfonso del Valle o el capítulo inicial de la novela "Los asesinos ocultos" de Robert Wilson , otras negras como la de la heladería Otoño y sus crímenes que nos dejaron helados. Aunque, de hecho, la zona tiene un pasado rural extendido al menos desde el S. I en que, en los terrenos que atraviesa ahora la SE30, eran ocupados por una villa romana que podemos vislumbrar en el cercano parque de Miraflores. Sin embargo, el barrio ya no transmite las imágenes que me contaba mi padre cuando, de pequeño, íbamos a visitar a mis abuelos. Fotografías mentales de las grandes huertas que rodeaban su casa de la infancia. Hoy en día, evoca más al de nuestros años de universidad. Aquellos en que conquisté a Pi llevándola en coche desde la escuela, en donde decidimos comenzar nuestra singladura común. Aquel barrio en que, fruto de la inmigración, se despertó nuestro interés por los viajes, ansías de conocer otros países, sus gentes y sus comidas y que nos pusieron en contacto con locales como El arepazo.
Para disfrutar de ese calor, ese acento y ese carácter tan latino del pueblo venezolano no dudes en preguntar quién es quién en la carta. Nosotros, a pesar de llevar yendo años, no dejamos pasar la oportunidad de charlar un rato con la dueña. Todas tus dudas se verán resueltas con una sonrisa. Aunque si visitas El arepazo no debes tener en mente una cena ligera ni desde luego estar restringido por una estricta dieta. El menú gastrogórdico quedó configurado como sigue:

Empanadillas rellenas. El plato que proponen es un plato variado. En nuestra ración encontramos tanto rellenos de ternera y verdura como rellenos de queso. Se trata de un buen comienzo un plato entre dos océanos con toques sudamericanos como el aguacate en un plato tan común en nuestra gastronomía.
Empanadillas rellenas.

Arepas. No pierdas la oportunidad de comentarle a la dueña que pensabas que este es un plato colombiano. Siempre de buena gana, te contará que no, que es un plato típicamente venezolano. Esta discusión se remonta en los años. Si bien se conoce el origen precolombino, y por tanto indígena, de la arepa, al no existir fronteras marcadas en la época el origen queda difuso. La arepa es una masa redonda de maíz que tradicionalmente se cocinaba sobre un bular, plancha circular en muchos caso de arcilla, y que últimamente ha sido desplazada por las sartenes de teflón. A parte del relleno, solo en su versión venezolana, puedes elegir cómo preparar la torta: frita, al horno e incluso asada. Nosotros optamos por la frita, te la ponen por defecto si no indicas lo contrario, aunque en días con menos movimiento te ofrecen hacerla al horno, aunque tarde un poco más.
Como cada cual pedía su ración individual hubo distintas variedades en la mesa (en Venezuela te ofrecen hasta 20 rellenos distintos): Venezuela, Arepazo, etc.
En cualquier caso en cada torta se notaba el sabor de un maíz fresco (choclo) y el sabor característico del "queso de mano" que no se sustituye, como en otros locales, por la más habitual mozzarella. El plato por el que propusimos el local para nuestra salida y el que no defraudó a nadie. Siempre debe incluirse en tu pedido aunque asada si disponéis de tiempo y la afluencia de público lo permite. No son muy difíciles de hacer, así que os dejo una receta:
Arepas
Patatas Arepazo. Pues Iván no vino pero Raúl volvió a sus costumbres. Como no había bravas tiramos por este plato también servido con abundante carne de res y de pollo desmechada y queso. Es un plato con mucho sabor pero esencialmente para compartir. Si tienes que ordenar algo menos o no quieres salir rodando del local lo puede dejar para una visita en grupo.
Patatas Arepazo
Cachapa. Con un sabor dulce derivado del maíz de su elaboración es un plato que no te dejará indiferente aunque, en esta ocasión, gustó a todos. Es una torta de maíz tierno molido, queso y azúcar que recuerda al panqueque que se sirve frita y caliente. En el local ofrecen varias combinaciones de ingredientes que casi es mejor elijas según tu gusto. Una vez más uno de los elementos centrales del plato es el queso de mano. Con su característica textura de queso fresco pero de pasta blanda servido en hilachas. De sabores especiales debido a su proceso de elaboración en que una cuajada de leche es hervida y posteriormente de forma manual adopta forma de torta. En mi opinión la mejor la acompañada de aguacate. Un plato de sabor intenso que preferimos compartir.
Cachapa.
Parrillada venezolana. Bomba de colesterol pero no podíamos dejarla pasar. Diversas carnes del país: chorizos, salchicha, res elaboradas a la parrilla y servidas con cama de patatas y plátano macho. Un plato pesado pero sabroso y que disfrutamos.
Parrillada venezolana.
Y esta noche no hubo postres. No porque no estuviésemos a gusto sino porque esa es una de la pegas del local ya que no se incluyen en la carta. En otras ocasiones hemos acabado la cena con un buen zumo de frutas pero en esta ocasión se nos hizo tarde y Merche comenzaba a chistar.
No hay tantos locales venezolanos en Sevilla y la experiencia merece la pena. En su carta, aunque nosotros eludiésemos la oportunidad, se incluyen platos vegetarianos que resultarán menos pesados al estómago no habituado. Si te cansas de la cocina de diseño y quieres probar comida artesanal aunque no de la tierra este es un magnífico local para una escapada de domingo para un homenaje con tintes sudamericanos.

Link a la referencia del libro:

Link a la canción de Alfonso:

El arepazo.
C\Otoño 1

martes, 7 de marzo de 2017

Casa Carmen. Sevilla.

La tarde de nuestro miércoles se presentó tempestuosa: cierre del local preseleccionado, descanso del personal en nuestra segunda opción y, finalmente, una última balsa tomada con prisas para evitar la suspensión de la cena y que finalmente fue lanzada por la borda al encarar el local. Aunque un pensamiento ha calado para próximas citas. Tanto ir y venir nos traía ahogados y, en busca de un nuevo buque que abordar, encaramos hacia el edificio Helvetia. No era mal lugar en que buscar nuestra balsa, al fin al cabo, entre sus paredes se alojaban las atarazanas almohades de Sevilla (S.XIII) pasado que, hasta cierto, punto recuerda el proyecto de Rafael Moneo acometido en 1982. En estas fluía el grupo gastrogórdico, cuando nos topamos con Carmen. No el vistoso azulejo de la virgen del mar que adorna, casi siempre rodeado de flores, la fachada de una gran desconocida en la ciudad, la Torre de la Plata sino el restaurante Casa Carmen otro desconocido aún en nuestra ciudad. Si bien esto último tiene sentido ya que abrió sus puertas el pasado día de Andalucía. No acaban aquí las semejanzas entre el desconocido bastión octogonal y el local. Así como la torre se vio tomada por la vegetación hasta su puesta en valor en 1992 en Casa Carmen han decidido que la floresta sea su seña de identidad desde el primer día. Venciendo el miedo a los manteles de paño en las mesas, e invitados por el dueño, decidimos echar un vistazo, para, entre miradas cómplices entre nosotros y a la carta, tomar rumbo hacia una amplia mesa para grupos situada estratégicamente en el salón. Más relajados, el hilo musical y el horizonte del salón de hasta 160 comensales hicieron su efecto, ordenamos nuestro pedido. Merece la pena destacar el vino de la casa optando finalmente por el Carmen Morena si bien, por aquello de la torre, hubiese pegado tal vez más el Carmen pelirroja, nombre que dan en la casa al inédito rosado. Estos fueron nuestros platos. 
Vistazo al local.
Alitas de pollo glaseadas con barbacoa oriental. Como ya sabéis María ve unas alitas y echa a volar contagiando al resto de la mesa que, sin saber por qué, comentamos las novedades del sector aeronáutico. Y es que el sabor de las alitas ya no era tan novedoso y con ese toque especial de otras salidas. Un plato que, sin dejar indiferente, se aproxima demasiado a otros ofrecidos por la competencia. 
Alitas de pollo glaseadas con barbacoa oriental.
Salteado de verduras al curry con cous cous, papadums, pasas y cilantro. Un plato sabroso a pesar del cilantro y que puede presumir de vegetariano. Interesante el contraste en la boca del crujiente del papadum con el suave cus cus.
Salteado de verduras al curry con cous cous, papadums, pasas y cilantro.
Milhojas de berenjena, calabacín, tomates asadón con burrata, rúcula y olivada. Si no fuese por lo que viene a continuación temería estar haciéndome vegetariano pero es que, en opinión de más de un comensal ,la milhojas fue el plato estrella de la noche. Si bien la combinación de ese queso fresco que es la burrata, obtenido inicialmente del sobrante de la producción de mozzarella, junto con la rúcula y la aceituna es ya un clásico de la cocina italiana debemos reconocer que la unión al sabor de las verduras en el plato lo hace redondo y refrescante. El queso da ese toque salado justo propio de su elaboración y su apariencia blanco reluciente invita a degustarlo. Plato ligero a pesar de lo mantecoso del queso e intenso en aromas y sabores.
Milhojas de berenjena, calabacín, tomates asadón con burrata, rúcula y olivada.
Wok de verduras y langostinos crujientes con salsa de sésamo picante. Hermoso en su presentación y sorprendente el toque picante que deja en el paladar el sésamo. Si bien quien escribe se quedó un poco solo en su opinión, llegué a poder repetir, el plato merece estar en tu pedido. Por ponerle una pega al mismo, el langostino frito da un toque aceitoso al plato que se debería atenuar para dar mayor peso a la rica cama de verduras que lo acompaña. 
Una lástima que se nos escapara la foto del Wok...
Pulpo planchado a la gallega con mojo rojo. Interesante ejercicio de sabores que no resulta redondo en boca. Así como el mojo en las carnes potencia su sabor, en el pulpo oculta más bien su sabor por lo deja un plato más bien huérfano cuya presentación tampoco es esmerada.
Pulpo planchado a la gallega con mojo rojo.
Gyozas japonesas de pollo y verduras con salsa de soja y aceite de sésamo. La Gyoza es semejante a una empanadilla o un ravioli italiano, de hecho dice la leyenda que Marco Polo la introdujo en Europa tras uno de sus famosos viajes. Aunque con un origen chino el plato, una vez más, ha sido absorbido por el país del sol naciente en donde se hacen a la plancha con un poco de aceite, intentando conseguir que sean un poco crujientes. El relleno de verduras y pollo algo especiada, la textura de la empanadilla y el acompañamiento de salsa de vinagre te dan una muy buena visión de los sabores asiáticos en este caso exenta de pique.
Gyozas japonesas de pollo y verduras con salsa de soja y aceite de sésamo.
Tacos de solomillo de ternera (130 gr.) al café de París con pimientos de padrón. Ya os comenté en otro post que el secreto de la salsa café de París está bien guardado. Pues en Casa Carmen no lo han encontrado o bien han buscado en otro sitio. La salsa no da la talla, queda demasiado líquida e insípida y no hace para nada justicia a una carne con corte y sabor de calidad. Solo si no esperas nada de la salsa. Sin ilusiones desenfrenadas funciona.
Tacos de solomillo de ternera al café de París con pimientos de padrón.
Magret de pato con salsa de vino dulce, peras al horno y pure de mango. Desgraciadamente otro plato que cumple solo parcialmente las expectativas. La carne de pato es intensa en sabor pero tal vez sea demasiado unir pera y mango para endulzarla y suavizarla. Quizás apostar por un toque ácido mejoraría un plato que resultó de bocado en exceso azucarado para el gusto de algunos.
Magret de pato con salsa de vino dulce, peras al horno y puré de mango.
Lingote de cochinillo con cremoso de manzana y salsa de naranja y miel. A pesar de su aspecto tosco en boca tiene un sabor interesante. La unión con el toque medio ácido de la naranja provoca un contraste interesante de sabores. Recomendado por el camarero merece la pena incluirlo en la carta y, en opinión de varios, un imprescindible.
Lingote de cochinillo con cremoso de manzana y salsa de naranja y miel.
Para despejar malentendidos que entiendo hayan podido surgir, tanto Iván como Raúl acudieron a la cena. Por una combinación de astros desconocida aunque las patatas bravas estaban en la carta no cayeron en el cesto. Seguro que esto se trató de una interinidad temporal que no conseguiremos hacer una funcionalidad. No como, con el tiempo, veremos en otros verdes prados cubiertos de Margaritas . Y ya sabéis que si la cosa no va mal nos apuntamos a los postres aunque esta vez, ni siendo gastrogórdico, abarcaras toda la carta. 
¿Un postre?
La copa Carmen (piña natural, sorbete de mango, espuma de coco y crumble, toffe de módena y esencia de menta). Raúl, tras largos años, probó nuevamente la piña y...no fue para tanto. Demasiados ingredientes tal vez en una sola copa.
Copa Carmen.
Yogur griego, chutney de mango y crumble de frutos secos. Ya parece un clásico lo de aunar el yogur griego con el dulce sabor de la miel así que no está de más cambiar esta por el sabor del mango. Con ciertos recuerdos a sabores del Lassie indio que dan la base de frutos secos y el uso del mango. Interesante la variación realizada en una mezcla que reposa en la solvencia.
Yogur griego, chutney de mango y crumble de frutos secos.
Café café (helado de cafe, con espuma de cafe, gelatina de bailes, oreo y avellanas). Por recurrir al símil torero, silencio en los tendidos. No convenció ni a los muy cafeteros.
Café café
Volcán de queso manchego, sobre tierra de frutos secos, arándanos, caramelo y helado de mora. En el blog de Casa Carmen presumen de deleitar el paladar y con este postre fuertemente recomendado lo lograron. Sabor excitante con gusto a queso pero no el de la tarta habitual en estos tercios sino a viejo manchego. El queso templado contrasta en boca con el helado y la mezcla con el sabor de la mora recuerda a la manida tarta aunque con una fuerza inusitada. El mejor postre de la noche.
Volcán de queso manchego, sobre tierra de frutos secos, arándanos, caramelo y helado de mora.
Las texturas del chocolate: salsa de chocolate blanco. brownie, helado de chocolate negro y crumble de cacao.Ausencia de contraste en el sabor de los distintos chocolates quizá funcionase mejor con un mayor toque amargo aportado por el negro. A pesar de lo que pueda aparentar no esperes una bomba de chocolate.
Las texturas del chocolate.
En la calle nos mirábamos extrañados. Una sorpresa aparecida en mitad de una travesía a la que no veíamos buen final. Aunque tampoco habíamos desembarcado en una isla caribeña. Entendemos que Casa Carmen terminará por hacerse un sitio en la oferta sevillana si bien adaptando en algo sus sabores y, también en parte, adoptando nosotros nuestros paladares. La larga carta invita a buscar el oro oculto en otra ocasión aunque en esta, solo alcanzásemos a saborear la plata.
Casa Carmen
c/Santander, nº15
www.casacarmenrestaurant.com